Nada conforta más a un ser humano que la experiencia de sentirse bien escuchado. Porque sentirse bien escuchado es como recibir un voto de confianza, sentirse reconocido, aceptado, respetado. Y sólo en ese contexto, puede el ser humano explorar sus propios sentimientos y emociones, conectar con sus verdaderas necesidades, reconciliarse consigo mismo, descubrir recursos personales de que dispone para afrontar las dificultades y pérdidas por las que atraviesa, y encontrar destrezas que le permitan sanar sus heridas, desarrollar sus capacidades y crecer psíquicamente sano y emocionalmente feliz.